Artículo publicado en Tercer Cordón.
Por Federico Frau Barros
Por tercera vez en la historia, un mismo árbitro dirige el partido inaugural y la final de un mundial de fútbol y por segunda vez es un argentino. Néstor Pitana será el encargado de ponerle el punto final a la Copa del Mundo de Rusia, como también fue el que dio la orden de que comience.
Con el anuncio de la designación vinieron las clásicas notas de rigor de los medios masivos de comunicación: un repaso por sus errores arbitrales -pocas hablan de sus aciertos, los que lo llevaron a ser honrado con el mayor premio que un árbitro puede soñar-, textos de color sobre su pasado como extra en la película La Furia, sus antecedentes de patovica, sobre la figura de su esposa, y varios artículos sobre la suma que embolsará por este mes de trabajo en Rusia.
Esas cifras, que sin contexto parecen abismales, y en comparación con las de un trabajador promedio argentino son desorbitantes, son chirolas al lado de lo que gana cualquiera de los jugadores que participó del mundial. Y ese monto no refleja en lo más mínimo lo que perciben los colegas argentinos de Pitana, portadores de un oficio que suele tener más ingratitud que reconocimiento, dentro y fuera de la cancha.
A lo largo de la historia, los jueces del fútbol argentino han tenido que ganarse la vida de otra forma. El sueldo nunca alcanzaba y se veían obligados a tener otro trabajo como fuente de ingreso complementaria. En el último tiempo, la cosa cambió: los sueldos subieron y, en muchos casos, la demanda horaria imposibilitó mantener otro trabajo fijo en paralelo.
Igualmente los encargados de aplicar el reglamento en las canchas de fútbol suelen tener otra fuente de ingreso. En los casos de los de las principales categorías, no es por una necesidad urgente sino de cara al futuro. Debido a su temprana edad de retiro, no cuentan con jubilación una vez que dejan la actividad.
Pablo Lunati tenía locales gastronómicos en el Gran Buenos Aires mientras era referí, Sergio Pezzotta era dueño de una empresa de camiones y remises en Rosario, Jorge Baliño fue bombero de la Policía Federal y muchos son profesores de educación física ya que ser árbitros les suma puntaje para la docencia. Germán Bermúdez, árbitro de la Primera B Metropolitana, es locutor y docente en la Asociación Técnicos Fútbol Argentino y en el Círculo de Periodistas Deportivos donde da una materia sobre las reglas del juego del fútbol. Bermúdez también es cantante e imitador de Serrat. Ricardo Abedon Romero, otro árbitro, es bicicletero; y Rodolfo Otero es profesor de historia. Y así podríamos seguir un buen rato. Solamente en los casos de los de Primera División y B Nacional es de cara al futuro, en las demás categorías es puro presente. Sin otro ingreso, no llegan a fin de mes.
Como suele pasar en nuestra sociedad, el lugar de nacimiento, de alguna manera, determina el futuro. Son dos los sindicatos que agrupan a los árbitros de nuestro país y la afiliación depende de la región. Los que se forman en la ciudad de Buenos Aires y en el área metropolitana pertenecen a la AAA (Asociación Argentina de Árbitros). A los que se capacitaron en cualquier otro punto del país, les corresponde el SADRA (Sindicato de Árbitros de la República Argentina).
La distribución de los partidos en las dos divisiones más importantes del fútbol argentino (Superliga y B Nacional) es compartida. Luego, en las demás categorías, la cosa se divide. Los miembros de la AAA dirigen todo lo referido a Primera B Metro, Primera C, Primera D, torneos de reservas de Primera División, B Nacional y B Metro, todas las divisiones juveniles oficiales de AFA, las Infantiles y el Futsal. Los miembros de SADRA arbitran el cien por ciento de los partidos, y de sus inferiores, de Torneos Federal A y del reciente Torneo Regional Federal Amateur 2019, que reemplaza a los torneos Federal B y C. También están a cargo de los distintos torneos regionales.
Pero ésta convivencia entre los dos sindicatos y ésta organización no siempre fue tal, porque no siempre hubo dos agrupaciones del gremio. En 1942, mientras en Argentina moría Marcelo T. de Alvear y el mundo sufría la Segunda Guerra Mundial a la todavía le quedaban otros tres años, los árbitros argentinos, que por entonces no eran llamados árbitros sino referees, atravesaban varias dificultades a la hora de trabajar. Esas dificultades tenían que ver, principalmente, con la violencia que sufrían cada fin de semana. Así fue que decidieron unirse y a fines de septiembre de 1942 nació la AAA Asociación Argentina de Árbitros con el objetivo de unir fuerzas y defenderse en conjunto. Pocos años después, la AAA se unió a la Unión de Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles (UTEDYC) de la que se independizó en 1965.
Veinte años más tarde, en 1986, tras perder la elección por la Secretaría General, Guillermo Marconi fue expulsado de la AAA. Luego de eso, en 1989, decidió fundar un sindicato paralelo al que llamó SADRA y que dirige hasta el día de hoy. El SADRA contó con el apoyo del presidente de la AFA de aquel entonces: Julio Grondona. El propio Grondona habló de la satisfacción que le dio la conformación de SADRA. “La realización más grande de mi vida fue haber creado un sindicato nuevo”, dijo en una entrevista con el programa “El Sello” de TyC Sports.
Hoy en día el SADRA, esa realización de la que tan orgulloso estaba Don Julio, cuenta con 12 mil afiliados a lo largo y ancho del país. Por otro lado, la AAA lleva ya más de 75 años en actividad y tiene casi 700 afiliados en total, incluyendo los activos, los nuevos, los retirados y los vitalicios. Ambos sindicatos forman parte de la Confederación General de los Trabajadores y se sientan juntos en la mesa de negociación de paritarias frente a la patronal. A pesar de eso, este año la AAA llegó a un acuerdo salarial mientras que el SADRA no, debido a que aún le adeudan un retroactivo del 3% del año pasado y mientras no se comprometan a pagarlo, dijeron que no cerrarán las paritarias de este año.
“Este año se negoció a comienzos del mismo un 10% a enero más un 5 % a julio con una cláusula de revisión en octubre, en la cual confiamos en que se ajustará la diferencia inflacionaria hasta ese momento”, explica Germán Bermúdez, árbitro de Primera B Metro y Secretario Adjunto de AAA.
“Nosotros pedimos un 25 por ciento de aumento para este año, pero todavía estamos esperando que paguen el retroactivo de 3% que nos adeudan del año pasado”, cuenta Norberto Wollkopf, Secretario Administrativo de SADRA, ex referí y actual instructor de árbitros.
Actualmente, un árbitro de primera división cobra un básico de 50 mil pesos mensuales y 70 mil en caso de ser árbitro FIFA, es decir que haya sido propuesto por la AFA para la FIFA y que ésta lo haya aceptado para incorporarlo a su nómina y tenerlo en cuenta en torneos internacionales. Además del básico, los jueces de primera cobran cerca de 17.000 pesos por partido dirigido. En el caso de los internacionales, además del salario superior, también tienen el plus de lo que cobren por cada partido jugado en competencias internacionales, sea de Copa Libertadores, Copa Sudamericana, eliminatorias mundialistas o Copas del Mundo, que es pago por la FIFA o por la CONMEBOL, dependiendo de la competencia.
Dentro de las distintas categorías la diferencia salarial es abismal, un árbitro de la D cobra 3.500 pesos por partido. Uno de su equivalente federal, el Torneo Federal C, que a partir de este año no se jugará más, cobraba el mismo monto, incluyendo viáticos. En la división C del área metropolitana, un magistrado percibe 7.000 pesos por juego y en su par a nivel regional, el también extinto Torneo Federal B, cobraba hasta este año cerca de 6500 pesos, incluidos los traslados y la estadía. Un referí de la B Metropolitana cobra 10.000 por encuentro dirigido y uno de la B Nacional cerca de 14.000 pesos por partido. Cabe destacar que en todas estas categorías, excepto en la Primera División donde tienen un sueldo fijo, cobran una base de dos partidos por mes y luego si dirigen más partidos al mes, se les suma a esa cifra. Los únicos que están en estricta relación de dependencia con AFA son los árbitros y jueces de línea que dirigen en la Superliga o en la B Nacional. En las demás categorías se manejan con contratos.
Respecto a los laderos de los árbitros, los jueces de línea, suelen cobrar en casi todas las divisiones la mitad de lo que cobra un árbitro. “AFA siempre se abusa como patronal porque sabe que no podemos irnos a dirigir a otro lado. Por eso los bajos sueldos”, cuenta un asistente de primera división que prefiere mantener el anonimato por miedo a represalias.
La actividad del referí tiene una vida útil que termina a los 48 años, según el convenio laboral. Durante la gestión de Julio Grondona al frente de la AFA, la solución era una propuesta indemnizatoria cuando les llegaba el retiro. Luego con las distintas conducciones de AFA eso dejó de hacerse y ahora, esta nueva dirigencia, se ha manifestado a favor de buscar una solución pero no hay nada concreto. Como en casi todos los planos, esta nueva AFA dice mucho, pero hace poco. Busca instalar la idea de una nueva asociación, pero no pasa de las palabras edulcoradas. Y como sucede con una casa, si uno no reforma y tampoco mantiene, todo empieza a caerse a pedazos.
“El tema jubilatorio es desde siempre una meta a conseguir por parte de nuestra conducción gremial, pero más nos incumbe hoy por hoy luchar y conseguir un salario básico garantizado para la totalidad de nuestros afiliados. Es algo que ya se conversó con la patronal y que, por propia palabra del Presidente, sabemos que su tratamiento está en agenda”, explica Bermúdez de AAA.
“Nosotros no tenemos jubilación. Al árbitro y a los jueces de línea que están en relación de dependencia les sirve simplemente como aporte. Pero cuando uno se jubila, se toman los últimos diez años de aporte y, como el árbitro deja su actividad a una corta edad, nunca se jubila con ese sueldo como parámetro”, explica Wollkopf de SADRA. “Nuestra idea es crear una caja independiente, un régimen jubilatorio, como tuvieron los empleados del Banco Provincia, por ejemplo. Hace un par de años se presentó un proyecto en conjunto con los futbolistas agremiados, que tienen el mismo problema. Pero es complejo porque tiene que intervenir la cámara de diputados y modificar la legislación. Hasta ahora no han habido avances”, agrega Wollkopf.
“Aquellos que cesaron sus funciones a los 48 años y no se les prolongó el vínculo laboral por un año más, facultad que es resorte exclusivo de AFA según el Convenio Colectivo de Trabajo 126/75, se hallan negociando los términos de su desvinculación, algunos de ellos por vía judicial”, dice Bermúdez. Si así está la situación para los varones en un oficio históricamente practicado por hombres, que le queda a las mujeres que se animan a ejercerlo. A pesar de esto, por suerte, son cada vez más las mujeres que se están involucrando en el arbitraje.
La formación de los árbitros también está dividida. La AAA tiene su propia escuela.
Para este año, la Escuela de Árbitros AAA superó las 300 inscripciones -cifra récord histórica-, de los cuales 220 se presentaron a la primera entrevista. “Se debió realizar un filtro considerable ya que no contamos con esa cantidad de vacantes en cuanto a infraestructura y posibilidades” explica Germán Bermúdez. “En la última camada egresaron de 63 árbitros y es notorio el incremento de mujeres interesadas en hacer el curso. Del mismo modo en que son cada vez más la que deciden empezar, también suelen ser muchas mujeres las primeras en desertar una vez que se inician las prácticas. Pero por fortuna hoy hemos superado la decena de alumnas entre primero y segundo año”, agrega Bermúdez.
Para poder dirigir a nivel regional, hay escuelas de árbitros en La Plata, Lomas de Zamora, Moreno y Tres de Febrero, muchas de ellas municipales. Estos cursos suelen ser una opción para muchas personas que están sin trabajo o en una mala condición económica porque brindan una rápida salida laboral. Luego, para hacerlo a nivel nacional, el SADRA da el Curso Nacional, dictado por el Consejo Federal del Fútbol Argentino. Allí, según explica Wollkopf, también está creciendo el número de mujeres. La última camada de egresados fue de 48 árbitros de los cuales cuatro eran mujeres. “Como hay torneos federales femeninos en las ligas, se están acercando más chicas en el último tiempo”, cuenta Wollkopf. Luego de formados, los árbitros se siguen capacitando constantemente a través de la AFA y, una vez en ejercicio, tienen pruebas físicas, revisiones médicas y controles antidoping regulares.
Luciana Sánchez tiene 26 años, trabaja de maestra jardinera y desde hace dos años también es árbitra. Es integrante de AAA y dirige ligas locales del área metropolitana y torneos intercountries. En su curso fue la única mujer, pero reconoce que nunca sufrió ningún hecho de violencia de género durante la formación. “Al contrario, siempre me sentí muy cuidada por mis compañeros y más aún cuando empezamos a ir a dirigir. En los partidos sí sufrí situaciones desagradables, insultos. Hay muchos varones que al ver una mujer dirigiendo, recurren al chiste fácil. Si los árbitros son maltratados, las mujeres árbitras más aún”, cuenta Luciana. Ella sabe del padecimiento del árbitro porque es hija del recordado referí Ángel Sánchez. Y también lo que es padecer algo que afecta a todo el rubro: la ausencia del hogar durante los fines de semana. “Yo sufría que no estuviera y se lo reclamaba. Una vez que se retiró empezaron a existir los cumpleaños y las entregas de diplomas para él. Antes casi no estaba en los eventos familiares”, recuerda. Pero Luciana siguió su camino y hoy dice con orgullo que es árbitra e hija de árbitro, algo que de chica escondía para que no la cargaran. “Yo era muy calentona, entonces en el colegio no decía quién era mi papá para no enojarme por lo que me podían llegar a decir los demás compañeros”, dice.
El avance de las mujeres en este ámbito, tradicionalmente machista y de varones, es un reflejo de lo que está sucediendo en nuestro país, como lo es la situación general de los árbitros y las árbitras. El arbitraje no es ajeno a la situación social e histórica la Argentina. Hay formación pública y gratuita pero las condiciones laborales dignas no están garantizadas, una metáfora de la Argentina actual. Al igual que sucede con los demás gremios, las disputas por mejoras en las condiciones laborales son permanentes y aún quedan luchas pendientes para los árbitros, como la postergada implementación de un sistema de jubilación. También hay que decir que, más allá de las conquistas que restan, la situación de los árbitros argentinos fuera del campo de juego ha ido cambiando en los últimos años y hoy los trabajadores que optaron por esta profesión pueden vivir con un poco más de dignidad.
Suele decirse que un árbitro hizo bien su trabajo cuando pasó desapercibido a lo largo del partido. Pero no es solo dentro de la cancha que la figura del referí pasa desapercibida. Queda claro que hay varios aspectos relacionados con la situación laboral de quienes imparten justicia dentro de un campo de juego que no suelen ser muy conocidos por el grueso de la sociedad que muchas veces les adjudica un rol de villanos y no los ve como lo que realmente son: una parte más de la clase trabajadora.