Crónica publicada en Tercer Cordón
“Siempre hay tiempo para tener más tiempo”
Augusto Roa Bastos
Por Federico Frau Barros
Es domingo y la Escuela Técnica N° 12 sobre la avenida Libertador, a metros de la plaza San Martín y de la estación de trenes de Retiro, está cerrada. Es domingo pero debería estar abierta. Es el lugar al que fueron convocados a votar algunos de los miles de paraguayos empadronados en Buenos Aires para una nueva jornada electoral en la que se decidirá quién será el presidente de Paraguay por los próximos cinco años. El sol está radiante y el aire pesado. Es otoño, pero la ciudad está envuelta en un clima tropical. “Elecciones 2018. República del Paraguay. Local de votación: Escuela “Filii Dei”. Calle: Carlos H. Perette, N 31, Retiro”, se lee en letras escritas a mano sobre una cartulina marrón pegada en las rejas que dan a la vereda.
“Uno de los candidatos quería que fuera acá y el otro en una escuela que está en la entrada de la Villa 31”, explica un hombre de unos 60 años que se encarga de indicarle cómo llegar al nuevo lugar de votación a los que se acercan. “La gente de los dos candidatos no se puso de acuerdo, pero finalmente se trasladó la sede”, agrega.
Estacionados sobre la avenida, frente a la escuela, hay un auto y una camioneta. “Remises gratis para ir a votar”, avisan sus conductores que se reconocen como militantes y trabajadores del Partido Colorado, la fuerza política que gobierna el país desde hace siete décadas, la mitad de ese tiempo a través de una dictadura militar. La hegemonía colorada solamente fue interrumpida en 2008 por Fernando Lugo, destituido de manera escandalosa en 2012, un año antes de cumplirse su mandato. El único presidente que gobernó el país sin ser miembro del Partido Colorado no pudo cumplir su mandato.
Ese juicio político a Lugo, sostenido con un golpe mediático, movilizó en su momento a muchos paraguayos que repudiaron lo sucedido, pero también sembró, a largo plazo, un desencanto frente a la política que se pudo palpar ayer en la poca participación electoral de la comunidad paraguaya en nuestro país. Juan Añasco, el coordinador del Partido Colorado en la Argentina, le dijo a Télam que poco más del 45 por ciento de los inscriptos fue a votar en los distintos puntos de nuestro país.
Las consecuencias de la desestabilización de Lugo y de los permanentes escándalos de corrupción de la política paraguaya también se perciben en la decepción que muchos tienen con los candidatos presidenciales. “Siento orgullo por votar aunque los políticos no sirven para nada. Yo voto por la raza, por la raza guaraní, por mis abuelos. Pero los candidatos son todos la misma porquería, la clase política nunca se va a curar. Ya no hay más confianza. Todos los presidentes asumen, se dedican a llenar sus bolsillos y después se van. Pero nosotros seguimos acá, teniendo que viajar a otro país para poder trabajar”, dice Miguel Mendoza que se vino de la ciudad de Paraguarí a Argentina hace 15 años.
El camino a la presidencia era una disputa entre dos candidatos: Mario “Marito” Abdo Benítez y Efraín Alegre. Mario Abdo Benítez es “Marito” porque su padre también fue Mario. Mario Abdo Benítez padre fue secretario privado del gran dictador paraguayo, Alfredo Stroessner, que gobernó durante 35 años, desde 1954 hasta 1989. Abdo Benítez padre murió en 2013 sin ninguna condena por las muertes, desapariciones y torturas provocadas por la dictadura militar de la que fue parte.
“Llevan gobernando desde los 40. Hay unos 300.000 funcionarios públicos, el 95% son del Partido Colorado. El clientelismo es muy fuerte”, explicaba el contrincante de “Marito”, Efraín Alegre, hace unos días en una entrevista con el diario El País de España. Efraín Alegre es miembro del Partido Liberal Radical Auténtico y en estas elecciones logró reunir a su partido junto con el Frente Guasú de Fernando Lugo y algunas agrupaciones de izquierda. En 2013 Alegre ya había sido candidato pero sin aliarse con estas otras fuerzas políticas y perdió la contienda frente a Horacio Cartés.
“Un nuevo rumbo queremos emprender a partir de hoy, estamos muy optimistas”, dice María Alcaraz Ortigoza que vive hace 25 años en el Partido de Tigre, en el norte del conurbano. María es una de las tantas integrantes de la junta cívica que se encarga de que la jornada electoral se lleve a cabo sin sobresaltos. Muchas mujeres están en las mesas, también como veedoras y haciendo bocas de urna en las puertas de los distintos lugares de votación. Lo que es llamativo es la falta de mujeres entre las candidaturas a los puestos más importantes. No hay ninguna entre quienes se postulan para presidente y de 122 candidaturas a gobernadores de los departamentos, solamente 11 son mujeres.
Paula tiene 55 años, nació en Puerto Casado en el departamento de Alto Paraguay y vive hace once años en Argentina. “Gane el candidato que gane, bienvenido sea y que haya progreso en nuestro país para que podamos volver todos los que estamos en Argentina por motivos de trabajo y por motivos de salud, ya que acá nos cuidan muy bien. Lo que no podemos tener en Paraguay para nuestras familias, lo alcanzamos acá. Nuestro deseo es que haya paz y trabajo en nuestro Paraguay para poder volver”, explica emocionada.
“Yo voto para cambiar el sistema actual. Pertenezco al socialismo y podemos ver que la política del Partido Colorado es la misma que se está llevando a cabo acá en la Argentina. Marito y Macri son amigos. Los de abajo tenemos que proponer un cambio total”, dice Víctor Cardozo de 41 años, que nació en el departamento de San Pedro y vive hace tres años con su familia en el conurbano bonaerense y levanta orgulloso su dedo índice pintado de azul.
Todos los que votan salen con el dedo azul, como si se lo hubieran machucado. En el momento de votar, además de colocar dos papeletas en una bolsa y un sobre en otra, deben poner su huella digital en el papel donde firman y para eso sumergen el dedo en un pequeño pote de tinta azul indeleble.
En los lugares de votación no hay cuartos oscuros, se utilizan unas estructuras de cartón, como si fueran unos pequeños biombos sobre una mesa, que llevan el logo de la justicia electoral y la leyenda “custodio de la voluntad popular”. Arriba de la gran mayoría de ellas, además de las papeletas para senadores, las de parlamentarios del mercosur, el sobre para colocar el voto a presidente, las hojas de control y el pote de tinta indeleble, hay un termo gordo para cebar tereré. Los vasos de tereré dan vueltas por todas las escuelas y acompañan durante toda la jornada electoral.
Por primera vez en una elección general, las papeletas fueron bilingües. Los nombres de los candidatos y los cargos a los que aspiran estaban escritos en castellano y en guaraní. Se estima que el 90 por ciento de la población de Paraguay maneja ambas lenguas.
38 mil paraguayos estaban empadronados para votar en el extranjero en 190 mesas distribuidas en cuatro países: Argentina, Brasil, España y Estados Unidos. 28 mil estaban inscriptos en Argentina y se estima que dos tercios viven en Buenos Aires y sus alrededores, por eso hubo distintos puntos de votación en Capital Federal y el Gran Buenos Aires: Retiro, Once, San Justo y La Plata. En el litoral argentino también hubo mesas ubicadas en las provincias de Misiones y Formosa.
Una de las problemáticas para varios paraguayos que viven en Argentina es la traba para poder estar en el padrón electoral. Según el Censo argentino de 2010, hay más de medio millón de paraguayos viviendo en Argentina. En octubre de 2017, el cónsul paraguayo en Buenos Aires, Jorge Riquelme, informó que un millón doscientos mil paraguayos tienen DNI argentino y que otro medio millón de compatriotas está tramitándolo. Y además se estima que hay unos 300 mil paraguayos que viven en Argentina y que todavía no han iniciado la formalidad para cumplir con los requisitos legales para la residencia. De esos casi dos millones de paraguayos que viven en nuestro país, solamente 28 mil estaban inscriptos en el padrón para poder votar desde Argentina, es decir, poco más del uno por ciento.
“Somos dos millones de compatriotas en Argentina. No tenemos la sede permanente de la Justicia Electoral que necesitamos nosotros acá para poder inscribirnos. El gobierno no quiere que se haga, pero nosotros presentamos un proyecto de ley para poder tenerla y no depender del comité de empadronamiento que viene cada seis meses y al que no todos se pueden acercar. Y la gente mayor no puede hacer el proceso del trámite por la web. Pero nosotros hemos salido a empadronar por los barrios del conurbano bonaerense. Queremos cuidar el voto ciudadano”, dice Edgar Ayala, integrante del grupo Paraguayos Unidos en Argentina.
“Somos un grupo de participación activa pero sin banderías políticas y lo que queremos es que todos puedan ejercer su derecho al voto”, explica Bruno, otro de los integrantes del colectivo. Bruno es además veedor en estas elecciones, se inscribió para poder ser parte del proceso de control de las elecciones. “Por ahora no ha habido ningún inconveniente y si lo hay, para eso estamos nosotros, para asegurarnos de que todo se haga como se tiene que hacer”, explica.
Finalmente la jornada electoral en Argentina, como en todo Paraguay, terminó sin grandes complicaciones, y por la noche, el Tribunal Superior de Justicia Electoral de Paraguay confirmó en sus resultados preliminares que “Marito” Abdo será el nuevo presidente paraguayo por lo que habrá continuidad política y media década más de Partido Colorado en el poder.
Link a la publicación original: http://tercercordon.com.ar/tierra-colorada/