Entrevista a Andrea Prodan publicada en la revista Mavirock.
El músico, actor y hermano menor de Luca, mítico líder de Sumo, recuerda sus primeros días en la Argentina y adelanta la salida de un pen drive que recopilará más de ochenta canciones, fotos y videos inéditos.
Por Federico Frau Barros
Cuando Luca Prodan era un niño, Claudia, una de sus dos hermanas mayores, lo llevó a visitar a una vidente en la Plaza Navona de Roma. Su hermano menor, Andrea, era tan chico que apenas se acuerda de aquel día.
-Le dijo a Luca que iba a ocupar el lugar de alguien importante -dice Andrea una tarde de julio en el departamento que alquilaba en Capital Federal y que acaba de abandonar definitivamente tras haberse asentado en la provincia de Córdoba hace ya varios años.
Aquella señora predijo que, de grande, Luca iba a viajar a Sudamérica. Le contó que en el futuro llegaría a la Argentina y ocuparía el lugar de una mujer muy importante. Esa mujer tenía nombre y apellido: Eva Duarte de Perón.
Mucho tiempo después, lo del viaje se cumplió y Luca vivió sus últimos seis años en la Argentina. Andrea dijo alguna vez que ese tiempo fue un regalo porque Luca estaba muy mal antes de llegar a la Argentina. Tuvo un romance corto e intenso con el país. Editó tres discos de estudio con Sumo y el demo Corpiños en la madrugada, el casete debut de la banda que incluía una letra del Indio Solari en la segunda canción.
Un tiempo después, Andrea también optó por el país que acogió a su hermano. Actualmente vive en las sierras de Córdoba, el lugar que enamoró a Luca cuando llegó desde Europa y vivió en la casa de su excompañero de colegio en Escocia, Timmy McKern. Luca ya había vivido en Italia, Inglaterra y Escocia. Argentina fue su último destino. Sus restos descansan en el cementerio de Avellaneda. Allí, sobre el pasto, hay una roca cordobesa de una tonelada y dos metros de diámetro. Alrededor de la piedra hay muchas pintadas -«Luca not dead». «Luca vive»-. También hay flores, cigarrillos, botellas de ginebra, velas y pulseras que dejan sus admiradores. Sobre la roca hay una escultura de yeso con la forma de la cabeza rapada de Luca. La piedra es de un río que frecuentaba Luca en Nono, Córdoba, y la trajo Andrea en un camión ante la imposibilidad de trasladar a su hermano hacia allí, encargándose de que la montaña vaya a Mahoma. Todos los aniversarios de la muerte y el nacimiento de Luca alrededor de ella se juntan admiradores a rendirle gracias.
Hace un año, Enrique Symns escribió en la revista Orsai una nota sobre sus agitados días en Chile. Al comienzo del artículo destacó la importancia de las coincidencias y comentó que hace poco se había cruzado con Andrea Prodan en un hotel de Mar del Plata. «El aroma de las coincidencias siempre nos alerta sobre el camino a seguir mientras que las repeticiones y las obsesiones no hacen más que archivarnos en un lugar del sendero desajustado», dice Symns en el artículo titulado «Chile en blanco».
Ahora Andrea recuerda ese momento y se ríe. No sabía que Symns había escrito sobre ese encuentro. «Estaba hecho mierda Enrique, pero hoy yo estoy peor que él», bromea por el malestar gástrico que lo tiene mal desde hace unos días, luego de haber viajado a Buenos Aires para acompañar a sus amigos de Las Pelotas -una de las dos bandas que se formó tras la muerte de Luca- en sus festejos por los 25 años. Esa noche, el grupo liderado por Germán Daffunchio tocó el tema «Astroboy» por primera vez desde que murió Alejandro Sokol, el otro cantante de la banda y ex baterista de Sumo, y Andrea tuvo el placer de cantar esa canción y «Estallando desde el océano», de Sumo, que Las Pelotas nunca habían hecho en vivo.
-Es cierto lo de la fuerza de las coincidencias. Cuando yo era chico iba mucho al cine y creía que en las películas, las coincidencias eran usadas para salvar algún error del guión. Hoy en día, después de todo lo que me pasó, cuando veo una película me pasa lo contrario, digo: «¿Qué pasó? No ponen suficientes coincidencias» -dice Andrea, que además de haber heredado de su hermano la pasión por la música, también es actor de profesión.
De sus años de cine, Andrea conserva amistades con actores y actrices como Harvey Keitel y Susan Sarandon, que fue la persona que le dijo que debía ser actor. Hoy Andrea casi no se dedica a la actuación y en cierta época hasta llegó a tenerle odio a la profesión, por no haberle permitido estar cerca de Luca en los últimos días de vida de su hermano.
Las conexiones y las coincidencias han sido un tema recurrente en la vida de Andrea, que dice que aparecieron tantas que no le quedó otra que creer en ellas. Luca también creía y solía asegurar que su hermano era vidente. «Él sabe exactamente lo que me pasa a mí acá en la Argentina por más que no hablemos», dijo en una entrevista. «Yo también soy medio vidente. Todos los temas de Sumo son predicciones. No es a propósito, los invento en el acto» dijo Luca en la misma entrevista. La canción «No tan distintos», salió en 1987, dos años antes de la caída del muro de Berlín que terminó con la guerra fría y allí Luca cantaba: «Esperando 1989, no necesitamos más guerra». En su reversión de la canción «Años», de Pablo Milanés, donde la letra original dice «el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos», Luca cantaba: «El tiempo pasa, nos vamos poniendo tecnos».
-¿Sentiste alguna vez una cierta necesidad de continuar lo que hizo Luca en la Argentina?
-No, la gente piensa que yo vine acá para vivir de él. En un primer momento hasta había mala onda conmigo. Algunas personas decían que yo había venido para usar a mi hermano. Y si había algo que yo realmente no quería era eso. Igualmente, mis razones para estar en la Argentina eran suficientemente grandes para que esto no fuera una cosa que me bajoneara. Yo tenía un hijo argentino, era muy feliz acá, me encantaba el país y necesitaba irme de Europa. Decidí no hacer nada en particular para limitarme, solamente lo que quisiera. En algún punto quería que mi vida fuera menos dramática que la de todos los miembros de mi familia.
El psicólogo austriaco Alfred Adler, discípulo y primer crítico de Freud, fue el primero en teorizar sobre el orden del nacimiento de los hermanos. Adler, conocido como el padre de la psicología individualista, sostiene que los hermanos mayores tienden a ser más conformistas, autoritarios, conservadores y responsables; y los medianos y pequeños suelen ser más independientes, creativos, cooperantes y críticos.
-Nuestro caso era totalmente así –dice Andrea-. Las dos mujeres eran mucho más responsables y nosotros más rebeldes.
-¿Y cómo era el trato con tu padre?
-Él era muy serio. No le gustaba la rebeldía de Luca. Nunca le dio importancia a Sumo mientras Luca vivió y recién se dio cuenta de la magnitud de la banda cuando en los noventa llegaba gente a Roma a conocer la casa donde había nacido mi hermano.
-¿A qué se dedicaba?
-Mi padre era el experto en arte chino más famoso de Italia. Tenía anticuarios de arte chino en Roma y Londres. Era un artista, fue director y productor de cine, escritor y escultor. De chico había sido campeón italiano de natación. A los 21 años lo invitaron a los juegos olímpicos de Hitler (Berlín, 1936). Pero no fue porque mi abuelo era anti-fascista y no lo dejó, además para participar tenías que estar afiliado al partido de Mussolini. Cuando yo era joven, mi viejo era un tipo muy rico, pero después, en la época en que Luca murió, perdió todo y quedamos en la ruina. Cuando mi padre falleció, mi madre vivió sus últimos años de vida con el dinero de las regalías de los temas de Sumo.
-¿Cuál fue la impresión que te causó la Argentina cuando llegaste por primera vez en 1982?
-Lo primero que me sorprendió fue el tamaño de Buenos Aires. Con mi hermana Michela queríamos venir antes. Ella era la que tomaba las decisiones, yo era más colgado. Yo estaba interesado en conocer el país donde estaba viviendo Luca, saber cómo era vivir en dictadura. Él me decía que habían matado una enorme cantidad de gente per no tenía miedo. El día que llegamos, tomamos un taxi del aeropuerto hasta Retiro, ahí nos fue a buscar Luca y tomamos el tren hasta Hurlingham, a la casa de la madre de Timmy (McKern, manager de Sumo y Las Pelotas). En la puerta tenía una bandera británica, su casa era más inglesa que Inglaterra.
-¿Qué representa Timmy en la vida de los Prodan?
-Es un tipo al que es muy difícil hacerlo hablar. Nunca sabés realmente si está feliz de verte o si preferiría que te fueras a la mierda. Creo que Luca, aunque lo conocía desde muy chico, sentía lo mismo. Esta cosa medio hermética te crea una sensación extraña. Por otro lado, es una persona que nunca te va a negar una ayuda, es sumamente respetable. No te va a cagar nunca, es una cosa maravillosa. Fue la primera persona que lo acogió a Luca en este país.
En la casa de Timmy, en Córdoba, Luca realizó grabaciones con varios de los músicos con los que después formaría Sumo. Aquellos casetes se convirtieron en dos discos solistas de Luca: Time, Fate, Love y Perdedores Hermosos. Casi quince años después, en 1996, Andrea grabó su primer disco, Viva Voce, con Timmy, en Córdoba.
-¿Y cómo fue tu vínculo con Timmy?
-Fue una casualidad increíble. Yo le hablé del disco vocal que quería hacer en Italia y él me dijo que fuera a hacerlo a su casa. Allí conocí a la chica que hacía la prensa de Las Pelotas y tuvimos un hijo. Ahí Timmy pensó: “Uy no, se me viene encima otro fucking Luca. Este me va a arruinar la vida. Yo ya tengo un hijo, no quiero otro más”. Así que en lugar de acercarnos más hubo una especie de alejamiento, pero a mí me vino bien porque así pude ser yo mismo y no tener que cumplir con algo que se esperaba de mí por ser el hermano de Luca. Creo que en un punto eso fue lo mejor porque pudimos tener una relación cordial y copada.
-¿Cómo son hoy tus días en Córdoba?
-Disfruto de mis hijos. Cuando tengo un tiempito, me voy al cuarto, agarro algún instrumento y me pongo a grabar lo que sale.
-¿Allá conociste a Semilla Bucciarelli (bajista de Los Redondos)?
-No, me lo presentaron en Buenos Aires allá por 2001. No sabía con que me iba a encontrar. Él era el bajista de la banda más importante del momento y yo no sabía si el tipo iba a ser un creído. Al final conocí a un loco de lo más normal, cero ego. Semilla es un copado. Fui a su casa en Floresta y como yo en ese entonces estaba viviendo en un hotel, me invitó a quedarme en su casa. Debo haberme quedado ahí durante un mes entero. Ahí conocí también a Sergio Dawi (saxofonista de Los Redondos) y a Walter Sidotti (baterista de Los Redondos). Tiempo más tarde, cuando él hizo una muestra plástica, yo le hice una publicidad radial. Después, en varios shows de mi banda Romapagana, él vino a hacer proyecciones de sus dibujos. Hoy en día nos seguimos viendo en Córdoba, somos amigos.
-¿Qué proyectos tenés para el futuro?
-Estoy por sacar Hechos Espontáneos, un pen drive con más de ochenta canciones. También va a incluir la tapa del disco, las fotos de las grabaciones, las canciones de un proyecto viejo que se llamaba Maltratan Hamster, mi primer disco (Viva Voce) y el disco de Romapagana. Le pedí permiso a los chicos de la banda para ponerlo y se coparon. Hechos Espontáneos es como una especie de festival de cortometrajes musical. También hay unas filmaciones muy lindas de cuando grabé Viva Voce en Córdoba y estaba Ale Sokol con su hijo Ismael, bien chiquito. Es un momento demoledor, no pude dejarlo afuera.
-¿En qué anda Romapagana?
Volvemos en noviembre. Habíamos parado un rato y fue bueno porque te permite pensar y recordar los motivos por los que uno toca. Nuestra continuidad está atada a las ganas, no a la urgencia de salir a tocar. Cada show de Romapagana es una experiencia muy intensa para nosotros y creo que para el público también, por eso siempre son divertidos. Este año hemos escogido una única fecha. Será el 8 de noviembre en Niceto. La adrenalina vuelve y e siento joven y recargado otra vez.
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